16 Sep Tu eres cuerpo
Las palabras, tanto pronunciadas como oídas, realmente ejercen un poder impresionante, creador pero también destructor.
Querida Amiga, Querido Amigo. Ha comenzado un nuevo curso. Todos tenemos nuevas ilusiones, expectativas, sueños y objetivos a conseguir. El propósito de este blog es buscar pautas que ayuden a comprender tu realidad desde diferentes ángulos y dimensiones, ni muy obvios ni corrientes, pero de una importancia fundamental para una vida feliz y completa. Y, como no, para conseguir tus fines.
En los próximos post de este blog quiero ofrecerte algunas reflexiones sobre el poder de la palabra. Hablamos mucho y a nuestras mentes llegan muchas palabras, emitimos muchos juicios y también los juicios de los demás llegan a nosotros.
Las palabras, tanto pronunciadas como oídas, realmente ejercen un poder impresionante, creador pero también destructor, tanto en cuanto a tu propia persona como en cuanto a los demás. Dependiendo de cómo las uses puedes crear o destruir, y hacerlo con un impacto mucho mayor de lo que te imaginas. Las palabras siempre crean una realidad. Vale la pena darse cuenta qué clase de realidad estás creando con tus palabras.
Las últimas semanas me trajeron dos pequeñas conversaciones que quiero evocar ahora para analizarlas un poco más de cerca.
Un día, mi viejo ordenador dejó de funcionar y tuve que buscar ayuda. Como el modo casero habitual de proceder no funcionaba (ayuda de un amigo, del conocido de una amiga o incluso del cuñado), tuve que buscar un servicio profesional. Unos empleados encantadores lo recibieron con mucha atención y cuidado y decidieron dejarlo. Después de algún tiempo, llamé para preguntar qué pasaba con el aparato y la respuesta del técnico fue asombrosa. Me dijo con un tono tranquilizador: “en principio ya lo tenemos bien pero, como sus problemas no son muy específicos, todavía lo vamos a dejar en observación, a ver como reacciona. Si va bien, ya la llamamos”. Me parecía estar escuchando a un médico hablando de algún ser querido mío que tuviera problemas de salud y estuviera en una excelente clínica dónde le tratasen con cariño y respeto.
Al mismo tiempo, yo también tuve algún problema de salud. Como los métodos “caseros” tampoco daban resultado, una conocida mía me mandó al médico diciendo: “Vete al médico y que te lo arreglen”. Y no lo decía en plan de broma. Lo decía con toda la convicción de que uno va al medico para que lo ‘arreglen’. Como si yo fuera un coche y necesitara cambiar algún repuesto roto para dejarlo bien, y no una persona que sufría algún determinado problema en el cuerpo.
El informático hablándome del ordenador empleó el tono y términos como si hablara de una persona. Tratando los problemas que tenía una máquina (muy avanzada, pero siempre una simple máquina) de manera muy personal, con un toque de respeto y dignidad que le otorgaba una cierta personalidad al aparato. Lo repito con toda la convicción. Aunque fuera el último modelo, recién salido de fábrica y recién estrenado, el más envidiable y deseado, el más caro y con las funciones más avanzadas del mundo es sólo y únicamente una máquina. ¿Te ayuda? Estupendo. ¿Te costó mucho? Úsalo con juicio y con agrado pero no lo sobrevalores.
Porque es solamente un teléfono, un ordenador, un iPhone, un robot, un coche, etc. Son para usarlos y no para amarlos y tener vínculos emocionales con cualquiera de esos gadget.
A diferencia del informático, mi conocida empleó expresiones que son aptas en el ámbito técnico y no en el ámbito personal. Estoy segura de que me lo dijo de buena fe, intentando ayudarme y ni se daba cuenta de cómo resonaron en mí sus palabras. Lo que me dijo era un simple reflejo de sus convicciones y comportamientos. De alguna manera, vivía de acuerdo con lo que expresaba porque lleva su cuerpo a dónde sea para que se lo arreglen, pero sin estar mucho más involucrada en este proceso que un coche o un ordenador en el taller.
¿QUÉ HACE LA DIFERENCIA?
LA DIFERENCIA LA HACE TU DIGNIDAD COMO PERSONA. PORQUE TÚ TIENES LA DIGNIDAD QUE NINGUNA MÁQUINA TIENE. TÚ TIENES CONSCIENCIA Y RESPONSABILIDAD, Y ESO ES UN DATO FUNDAMENTAL E INMUTABLE.
Puede ser que diga algo tan obvio y banal, que ahora, querido Amig@ te sientas molest@ por contarte cosas obvias. ¿De verdad son tan obvias y vividas en lo profundo y con todas sus consecuencias en tu día a día?
Te invito a que desconectes de las redes sociales, del teléfono o de cualquier otro dispositivo que te hace evadirte de la realidad. Apaga incluso tu música favorita. Encuéntrate contigo sin que nadie se interponga, encuéntrate con tu propio cuerpo e inicia una conversación con él. Ofrécete un cuarto de hora y quédate a solas contigo mismo.
Acabo de invitarte a que te quedes a solas con tu propio cuerpo y que lo escuches. Pero ¡OJO! No se trata de escuchar lo que opina tu mente en esta cuestión. Deja la mente de lado, acállala. Haz silencio y escucha al cuerpo durante un largo rato . Luego entabla una conversación con él. Repito: se trata del cuerpo y no de la mente (que además siempre opina mucho y siempre quiere salirse con la suya).
¿Qué te dice? ¿Cómo se siente? ¿Dónde le duele? ¿Qué hace que le duela? ¿Qué te pide? ¿Qué necesita?
Sé atento a lo que sientes, comprende lo que sientes, dale nombre, entabla un vínculo; tranquil@ y seren@, permítete sentirte cuerpo y escucha. A través del cuerpo se hacen notar problemas, alegrías, miedos, todo. ¿Tal vez habría que agradecerle por ese servicio incansable, invisible, fundamental? Porque, hablando en serio: ¿se te ocurre de vez en cuando dar gracias a los ojos, a las piernas, a las manos, al corazón, a los pulmones? Si ellos no hicieran su trabajo… ¿qué sería de ti? Comencé el post hablando de la importancia de la palabra. Así es. Dependiendo de las palabras que emplees en la relación con tu propio cuerpo, así será esta realidad. El cuerpo maltratado, explotado y malquerido responde al maltrato. Si no recibe lo que te pide, te lo va a exigir con tanto ímpetu que pasarás días y semanas en las consultas y clínicas. Te invito a que te hagas un buen amigo de tu cuerpo. Tú y yo usamos un lenguaje propio en nuestra mente, contándonos nuestras realidades y verdades. ¿Cuál es tu lenguaje? ¿Qué realidad interior creas con tus palabras? ¿Qué sueles decirle a tu cuerpo o hablando de él? ¿Qué le vas a decir hoy?
Desde ahora en adelante ¿Qué necesitas cambiar? ¿Cómo lo harás y cuándo?
El cuerpo es la única posibilidad de expresar tu propio ser. Te expresas sólo y únicamente a través de él. NO ES QUE TENGAS CUERPO. ERES CUERPO. (También eres mente, consciencia, responsabilidad, corazón y mucho más, pero ahora nos centramos en el cuerpo).
POR TANTO, ES PARA TI UNA CUESTIÓN FUNDAMENTAL HACER DEL CUERPO TU ALIADO. Hazlo ahora con palabras positivas y afirmativas, dándote a ti mismo lo que necesitas, creando una realidad interior para verla luego exteriormente.
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