Tiempo de regalos

Tiempo de regalos

Buenos días o buenas noches, no importa el momento en el que estés leyendo este post, siempre deseo que sea para ti, Querid@ Amig@, un tiempo bueno y bendecido.

Espero que entre el ajetreo de los últimos días antes de la Navidad tengas unos minutos para dedicarlos a la lectura y te animes a buscar para ti y para tus seres queridos unos regalos muy especiales.

No sé cómo lo sientes tú, pero desde algunos años yo percibo con mucha fuerza que en las últimas semanas de diciembre el tiempo empieza a correr como en una cuenta atrás y, mientras los días avanzan según marca el calendario y las horas siguen controladas por los relojes, nosotros comenzamos a hacer unas carreras increíbles contra el calendario y contra el reloj.

De golpe tenemos que ver a la gente de la que ni nos acordamos normalmente o, si no podemos verla, por lo menos tenemos que llamar, escribir un mensaje o enviarles alguna imagen o vídeo. De repente nos sentimos obligados a organizar comidas o incluso comilonas familiares, encuentros de antiguos compañeros de curso o celebraciones con empleados. Luego, hay que ir mil veces de compras porque resulta que ahora todo el mundo sale de compras y nosotros no queremos ser menos. Tampoco hay que olvidarse de visitar a algún familiar – a veces poco querido – pero ya se sabe que por estas fechas hacemos cualquier esfuerzo para afrontar la situación.  Y, por si fuera poco, todavía nos quedan regalos por hacer. O sea, que toca de nuevo ir de compras. Todo esto produce un sinfín de compromisos, falta de tiempo, prisas, colas en las cajas, cansancio, muchas veces fatiga, irritación y unas ganas tremendas de que termine de una vez lo que solemos llamar la Navidad.

Por supuesto, no estoy segura de si de esta manera describo con precisión tus preparativos y tus vivencias relacionadas con la Navidad, pero supongo que acierto en muchos puntos. Y si he fallado en algo, puedes agregarlo tú por tu cuenta.

La pregunta del millón es: ¿para qué lo haces? ¿A qué se debe todo esto? ¿Qué es exactamente lo que quieres vivir? ¿Qué esperas de este tiempo? ¿Qué harías si pudieras hacer tu propio plan de fiestas navideñas?

Te dejo, Querid@ Lector@, a solas con estas preguntas porque solo tú puedes darte respuestas sinceras, respuestas que van a sonar en tu interior y calar en tu corazón.

Yo quisiera centrarme solo en un punto de nuestros preparativos para las Navidades. Los regalos. ¿Quién no conoce las preguntas, dudas, incertidumbres que surgen a la hora de comprar los regalos? ¿Qué comprar? ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Le gustará a la persona obsequiada? Y para los niños, como la preocupación de muchos padres o abuelos es que el niño “ya tiene de todo”, son aún mayores los esfuerzos para encontrar algo que todavía no tenga… ¿Te suena familiar? A mí, mucho.

Nos hemos acostumbrado tanto a vivir en un mundo lleno de cosas, que rara vez se nos ocurre que el regalo no siempre tiene que relacionarse con el dinero y mucho menos con comprar productos nuevos. Olvidamos que nosotros mismos, cada uno de nosotros, tú, tú y tú, y yo también, y nuestros seres queridos, y hasta el vecino que incordia o la vecina que se interesa demasiado por todo, todos somos unos regalos de enorme valor y belleza.

Se nos olvida constantemente, pero es verdad. Corriendo para atrapar la mejor oferta, algo interesante, bueno, bonito y barato, ni nos fijamos ni conocemos nuestro valor y el de los que tenemos al lado. Muchas veces, un familiar de siempre parece una caja vieja, olvidada y arrinconada en el trastero, y no nos damos cuenta de que debajo de una envoltura sucia y rota se encuentra un verdadero tesoro. Ni lo creemos, ni nos apetece quitar esa envoltura para encontrar ese regalo de verdad. Hay más: tú mism@, Querida Amiga y Estimado Amigo, eres ese tesoro. Eres un regalo para otros y para ti mismo. ¿Eres consciente de eso? ¿Conoces tu unicidad? ¿Tu excepcionalidad? ¿Sabes quién es el que está a tu lado?

 

Sí, muchas veces nos parece que ya nos conocemos tanto que no esperamos nada de nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo o vecinos. No vemos nada interesante ni nos apetece remover lo que nos parece solo un trasto. Ni siquiera queremos ver algo interesante en nuestra propia persona. Nos acostumbramos y a nuestros propios ojos solo nos vemos como “fracasados”, “mediocres” o “buenos para nada”. Es tiempo de levantar la cabeza y abrir los ojos. TAL VEZ NECESITAS MIRAR A TU ALREDEDOR PARA VER CUÁNTOS REGALOS TIENES A TU LADO. TAL VEZ NECESITAS MIRAR CON ATENCIÓN AL ESPEJO O A TU PROPIO CORAZÓN PARA VER EL REGALO QUE PUEDES SER TÚ MISMO. POR SUPUESTO, EL PRIMER DESTINATARIO DEL PRESENTE QUE ERES DEBES SER TÚ MISMO, PERO LUEGO… ¿A QUIÉN QUIERES REGALAR TU TIEMPO, TU ATENCIÓN, AMOR, ESCUCHA, PERDÓN?

Es verdad que convertirse en don para otro cuesta mucho más que unos billetes sacados de la cartera. Quedarse con una persona para acompañarla y escucharla de verdad, para crear una relación verdadera y duradera, puede costar mucho. Ofrecer el perdón, abrir el corazón para dar una segunda oportunidad a alguien, ofrecer amor, amistad o incluso la posibilidad de una conversación sincera, puede significar un regalo que no tiene precio.

OFRECERTE FE Y CONFIANZA EN TI MISMO, RECONOCER TU PROPIO VALOR, DAR LA OPORTUNIDAD A OTRA PERSONA DE QUE TE LO CONFIRME, NO TIENE PRECIO.

Ofrece muchos regalos para estas Navidades porque tu corazón tiene mucha más capacidad de lo que crees. También aprende a recibir. Uno de los grandes dones que podemos desarrollar es la capacidad de recibir.

DAR Y RECIBIR COMPONE UNA BELLA DANZA DE LA VIDA, NOS PERMITE FLUIR Y SER FELICES.

Yo te deseo los mejores y más valiosos regalos para estas Navidades. Deséamelo también. Abrazos.

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