Tiempo de despedidas

despedidas Coach Elanie

Tiempo de despedidas

En una de las sesiones de Coaching, uno de los coachees me comentó algo asombrado que se había dado cuenta de que el proceso de coaching que estaba llevando a cabo era también un tiempo de despedidas.

Venía con ciertas expectativas acerca de diferentes personas y situaciones presentes en su vida y quería colocar todo según esa idea preconcebida. Sin embargo, de pronto, mientras avanzaba el proceso, tanto las personas como las situaciones en las que se encontraba, parecían simplificarse. Algunas personas salieron de su vida sin que lo hubiera planificado, mientras que otras recuperaron el lugar correspondiente. Los problemas empezaron a relativizarse y, tan sólo al cambiar el enfoque, todo le parecía muy diferente. Lo que antes le agobiaba de pronto no parecía ni tan malo, ni tan importante. Pero lo que más le llamaba la atención era el hecho de que el proceso de Coaching se presentaba como un tiempo de despedidas: despedida de las relaciones tóxicas, despedida de las costumbres que ya no tenían ningún sentido, despedida de los miedos de siempre, de las reacciones emocionales de siempre, de patrones mentales de toda la vida que le tenían como esclavizado y no le permitían ver nada “más allá”. Debo reconocer que, al oír eso, quedé alucinada. Fue un descubrimiento de suma importancia: darse cuenta de todo eso al principio del proceso ya le allanaba el camino y tal vez fue uno de los momentos más importantes de su vida. 

En el otro extremo del cuadro se encuentra una conocida mía que, a pesar de sus graves problemas de columna vertebral y de movilidad, desayuna de pie. Ya que eso le hace daño (a veces está desayunando más de una hora), le pregunto por las razones. Y la respuesta siempre es la misma: se acostumbró a hacerlo cuando tenía prisa por salir hacia el trabajo. Cabe añadir que mi conocida se jubiló hace 30 años.

Dos posturas diferentes frente a la despedida o, si prefieres llamarlo así, Querid@ Lector@, frente al desapego. Somos capaces de apegarnos a cualquier persona, hábito, trabajo, estatus social, vicio, incluso sufrimiento o enfermedad. Nos apegamos tanto que no queremos ver otra solución o un enfoque diferente. Porque, como dice mi amiga: “es que lo he hecho toda la vida”.

En alguna ocasión me he dado cuenta de que alguna costumbre mía, alguna persona en mi vida, alguna situación en la que me metía, una forma de pensar o de gestionar mis emociones…, no me ayudaba en nada o, abiertamente, me hacía daño. Amig@, ¿Reconoces situaciones parecidas en tu propia vida? ¿Te has preguntado el porqué de tales fenómenos? Sientes que algo no funciona bien, que deberías cambiar algo porque te haces daño a ti mismo. Y, sin embargo, no quieres el cambio. Más aun, tan solo de pensar en el cambio ya te pones a la defensiva. Buscas mil excusas y justificaciones. Desde alguna profundidad de tu ser asoma el miedo y empieza a convencerte de que, sin esto o aquello en tu vida, no podrás ser feliz. De que tienes que mantener todo sin cambios porque de lo contrario te faltaría algo, ya no serías tú mismo. Claro, el miedo no te lo dice tan abiertamente. Más bien te va a presentar todas las razones “razonables”, de tal manera que ya no sea posible ver otras soluciones. PERO NO SON LAS RAZONES, ES EL MIEDO Y EL APEGO. 

despedidas Coach Elanie

Estamos apegados a nuestro modo de pensar, a ver el mundo tal como nos gustaría verlo y además, a creer que es la única forma de ver la realidad que nos rodea. No queremos cambios y lo único que muchas veces queremos es que todo se haga según nos parece adecuado. ¿QUÉ HAY DETRÁS DE TODO ESTO?

Ya lo dije, pero quiero repetirlo una vez más: es el apego, un juego mental que te hace creer que sin algo determinado no puedes ser feliz. Sí, puedes. Yo puedo ser feliz, y tú también puedes ser feliz aunque las cosas y las personas no se porten tal como nos imaginamos.

El coachee que descubrió eso durante su proceso de Coaching se fue feliz de la sesión aunque, como decía, sentía un poco de melancolía, porque lo vio como un momento de muchas despedidas. Despedidas de lo que ya no tenía sentido en su vida, de lo que no aportaba nada bueno. Ese tipo de despedidas se llama DESAPEGO y puede costar, claro que sí, como todo proceso de crecimiento, pero crea orden y libera nuevo espacio en nuestra vida.
EL DESAPEGO COMIENZA POR DARSE CUENTA DE TODAS AQUELLAS CREENCIAS QUE TE IMPIDEN SER FELIZ, QUE TE HACEN DAÑO, QUE FRENAN TU DESARROLLO COMO PERSONA.

Puedes estar apegad@ a un vicio o a un hábito que te hace daño. Atrévete, suéltalo de una vez. Serás libre. Es tu decisión. En otro momento puedes estar apegad@ a algún rencor o falta de perdón que no te permite respirar. En el fondo, tienes miedo de que si lo sueltas ya no serás tú mismo. Pues créeme, solo soltándolo podrás ser tú mism@. Tal vez en tu vida existe alguna persona que te hace daño pero crees que no podrás vivir sin ella. Suéltala también. Serás libre y podrás decidir sobre tu vida.

Imagina llevar sobre tu espalda una enorme mochila llena de piedras de todos los tamaños y formas. Imagina llevarla sin soltarla nunca vayas donde vayas: al trabajo, a la cama, a la ducha, a tomar unas cervezas con los amigos o a jugar con los niños. ¿Cómo te sientes? ¿Para qué la llevas?, ¿Cuántos años quieres llevarla?

 Imagina que la sueltas y sientes la espalda y los hombros libres. ¿Cómo te sientes ahora?

PUES SUÉLTALA DE UNA VEZ Y GOZA DE LA VIDA.

 Y si tienes alguna duda de cómo hacerlo, te invito a las sesiones de Coaching

 

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