12 Feb Lo que llevas entre las orejas (2)
Estimado Lector y Querida Lectora, espero que estés bien en cualquier lugar u hora de lectura en que te encuentres. Espero que nunca olvides que el sol siempre brilla y, aunque no siempre somos conscientes de ello, nunca deja de enviarnos su luz y su calor.
No sé si te has topado con mi post anterior titulado “Lo que llevas entre las orejas”. En él te contaba lo maravilloso, asombroso, magnífico y a la vez poco conocido y poco utilizado que es nuestro cerebro. Ahora añadiré más elementos a esa historia para que puedas ver aún mejor lo bien equipado que estás para este increíble viaje que llamamos vida. Eres un ser al que no le falta absolutamente nada. Dicho de otra manera, eres un ser que tiene todo lo que necesita en cualquier momento y circunstancia de su vida. Y el centro de mando de ese ser es tu cerebro, unido al corazón y todo el sistema nervioso.
Ya me imagino que estarás encogiéndote de hombros y pensando:
- Eso es nada nuevo, eso ya lo sabemos
- Pero, si mi cerebro y todo mi ser es tan maravilloso ¿por qué no veo nada de eso en mi día a día? ¿Por qué me ocurren cosas? ¿Por qué tengo mala suerte? ¿Por qué no logro lo que quiero?
La respuesta viene a continuación. Ya sabes que el cerebro tiene una multifuncionalidad inimaginable, y una de sus múltiples ocupaciones es detectar y prepararnos contra todo peligro. No importa si te encuentras frente a un león que puede atacarte, el miedo a perder el último tren, pagar una multa o si tienes que hacer frente a tu jefe, el cerebro lo reconoce todo como un peligro. Entonces, comienza a prepararse para un ataque y tu hipotálamo, una pequeña región en la base de tu cerebro, activa un sistema de alarma en tu cuerpo. A través de una combinación de señales nerviosas y hormonales, este sistema incita a las glándulas suprarrenales, ubicadas encima de los riñones, a liberar una oleada de hormonas, entre ellas, la adrenalina y el cortisol.
La adrenalina aumenta la frecuencia cardíaca, eleva la presión arterial y aumenta los suministros de energía. El cortisol, la principal hormona del estrés, aumenta los azúcares en el torrente sanguíneo, mejora el uso de la glucosa en el cerebro y aumenta la disponibilidad de sustancias que reparan los tejidos.
El cortisol también reduce las funciones que serían no esenciales o perjudiciales en una situación de lucha o huida. Altera las respuestas del sistema inmunitario y suprime el sistema digestivo, el sistema reproductor y los procesos de crecimiento. Este complejo sistema de alarma natural también se comunica con las regiones del cerebro que controlan el estado de ánimo, la motivación y el miedo. Lo repito: el cerebro no distingue la amenaza que puede suponer un tigre en la selva de un disgusto en el supermercado. Le da igual. Su cometido es protegerte. Si ves cualquier situación como un riesgo, una amenaza, una posibilidad de pelea o miedo, el cerebro la va a clasificar como peligro o ataque y te va a preparar para eso. ¿Qué ocurre si tú tratas cualquier cosa que suceda en tu vida como una amenaza? La adrenalina y el cortisol se producen en sobredosis en tu organismo, reducen o disminuyen otras funciones del cerebro y, a la larga, te dispones a padecer múltiples enfermedades.
No quisiera ser pesada pero la activación a largo plazo, la sobreexposición del cortisol y otras hormonas del estrés que actúan al mismo tiempo, pueden interrumpir casi todos los procesos de tu cuerpo y la lista de las enfermedades que pueden producirse como consecuencia es larga: depresión, problemas digestivos, dolores de cabeza, cardiopatías, problemas de sueño, aumento de peso y hasta deterioro de la memoria y la concentración.
Sin embargo, Amig@, ¡hay una buena noticia! De ti depende en la gran medida qué clase de hormonas libera tu cerebro. Ya te he dicho que el cerebro es un aparato fantástico. Además de las hormonas del estrés produce sin parar otras hormonas y, entre ellas, las llamadas hormonas de la felicidad. ENDORFINA, DOPAMINA, SEROTONINA, OXITOCINA… que te suenen como los nombres de unas buenas amigas porque quieren ser tus buenas amigas y, además, quieren ser protagonistas y acompañarte en tu día a día. Y ESO ES UNA NOTICIA FANTÁSTICA. TÚ PUEDES CONSEGUIRLO. TÚ PUEDES DECIDIR EN GRAN MEDIDA CUÁLES DE ESAS HORMONAS SE VAN A LIBERAR EN TU CUERPO.
Es mucho más fácil de lo que crees. Sígueme.
Cambia el chip. Comienza a distinguir conscientemente el grado de peligro. Después de todo, no eres perseguido por una manada de depredadores, tampoco participas en un incendio peligroso y no depende de ti el éxito de una misión a Marte. Si fuera así, tranquilízate: tu cerebro se encargará de todo eso más rápido y mejor de lo que imaginas, y ciertamente no te pedirá permiso para actuar. Ahora hablamos de situaciones cotidianas. CONSCIENTEMENTE, REPITO, CONSCIENTEMENTE, ELIGE CÓMO QUIERES REACCIONAR. COMUNÍCASELO AL CEREBRO, HABLA CON LAS EMOCIONES. ELLAS APRENDERÁN Y SON MUY INSTRUIDAS, PERO DE TI DEPENDE LO QUE LES ENSEÑES. No te vayas a descansar con todo el ruido del día, con las últimas noticias desastrosas que te traen los medios de comunicación, con tus propias discusiones interiores o con tu pareja, o con los hijos, o yo que sé… Busca unos momentos tranquilos y, si puede ser antes de dormir, mejor. Desconecta, apaga todas tus pantallas, silencia el ruido de tu mente, ponte en plan sosegado. Dedícate unos minutos.
Comienza a sentir el latido del corazón, escúchalo, escucha tu respiración, aflójala, siente la paz y la relajación entrando en tu cuerpo. Cierra los ojos, enfócate en el espacio negro que está detrás de tus párpados cerrados. DESDE ESA SENSACIÓN DE PAZ, CREA EN TI LA EMOCIÓN DE GRATITUD, AMOR, PAZ, SENSACIÓN DE BIENESTAR Y SEGURIDAD. Aparta las discusiones de tu mente, enfócate en las emociones que estas formando en tu corazón. Tu cerebro las toma en serio, con esas emociones podrás dormir y descansar de verdad. Te acompañarán por la noche y las encontrarás al despertarte.
Al día siguiente, despierta un cuarto de hora antes de lo previsto. No te apures, no saltes de golpe; antes de abrir los ojos vuelve a tus emociones de anoche y desde esa sensación de bienestar y gratitud, pregunta a tu corazón:
¿Qué objetivo me planteo para este día?
¿Qué haré para ser feliz?
¿Qué haré para mi esposo/a, hijos, amigos…?
¿Qué sentimientos, emociones, pensamientos me acompañarán a lo largo del día? Prepáralos en tu corazón, hazlos vivos, vibrantes.
¿Cómo quiero vivir este día?
ESAS EMOCIONES TE VAN A ACOMPAÑAR Y, SI EN ALGÚN MOMENTO LAS OLVIDAS, CONECTA DE NUEVO CON ELLAS SIN DESANIMARTE. Vuelve por unos segundos al primer momento del día y conecta con tu corazón, y así cuantas veces lo necesites.
Créeme, es cuestión de práctica. LO CONSEGUIRÁS. Y TODO PODRÁ CAMBIAR
Y si necesitas más apoyo, contacta conmigo.
No Comments