31 Mar ¿Hasta cuándo?
Madrid sigue más silencioso aún. Hace dos semanas todavía se escuchaba algo en la calle. Y algunos tenían la esperanza de que el encierro terminaría dentro de 15 días, tal y como fue anunciado. Total, dos semanas podemos aguantar, pero luego ya hay que preparar la Semana Santa, los viajes y las vacaciones. Preguntar a todo el mundo cómo y dónde las van a pasar… así que no hay tanto tiempo.
Han pasado los 15 días, pero la pesadilla no ha terminado. Al contrario. Ahora es cuando empieza a ser una verdadera pesadilla. Con las noticias cada vez más alarmantes, desgarradoras… Con el miedo que se filtra a través de las pantallas de televisión, de Internet, de los mensajes de Facebook, WhatsApp y los demás medios. Y nadie está contento. Los que se quedan encerrados en casa, preocupados por sus negocios o puestos de trabajo, “matando” tiempo de cualquier manera. Los que están en la primera línea de fuego, sobrecargados y preocupados por su seguridad y la de sus seres queridos. Los que con su servicio ayudan a sobrevivir a la sociedad, cansados y preocupados también.
¿Acaso necesito describir algo más? Mientras más tiempo pasa, más cansados y vulnerables nos encontramos todos, sin excepción alguna. Y, a fin de cuentas, de poco nos sirven los bonitos mensajes de nuestros amigos o familiares, tampoco calman la preocupación las continuas instrucciones sobre qué hay que hacer y qué no, porque “dicen” que una cosa u otra nos podría ayudar.
Llega el cansancio, reforzado por el encierro, y pueden multiplicarse las tensiones en la convivencia diaria. Me pasa a mí y apuesto a que te pasa también a ti, Querid@ Lector@. Aparentemente estamos tranquilos y hasta contentos, comparándolo con lo que podría ocurrir. Pero la tensión sigue ahí, a flor de piel. Cada mensaje puede ser un signo de alarma, de estallido. Sin ninguna razón aparente podemos romper a llorar, tener ganas de gritar o a romper algo, entramos en discusiones, buscamos culpables. Nos invade de repente una ola de tristeza profunda o, como dice mi amiga, un sentimiento de que todo se acaba. Nuestro cerebro produce cortisona sin parar porque todo el tiempo esperamos algún ataque. Pero no podemos combatir a este enemigo de frente, con una lanza, una pistola o misiles. Y ahí estamos, desarmados e impotentes. Querida Amiga y Estimado Amigo ¿Te reconoces en esta descripción?
Pero ¿qué se puede hacer cuando no puedo serenarme, cuando todo en mí está gritando y protestando? ¿Cuando entro en la fase de desbordamiento emocional y ya no puedo oír nada porque la emoción me domina por completo? ¿CÓMO AYUDARME EN ESE MOMENTO?
Hoy quiero compartir contigo, Querid@ Lector@, un método para ayudarse a uno mismo en esos momentos. El método es bastante sencillo y, sobre todo, muy eficaz, pero necesitas seguir las indicaciones sin saltarte ningún paso. Lo podemos describir como el “método de los 5 pasos”.
Lo primero es reconocer que las emociones aparecen y nos invaden. De nada sirve culparnos o reprimirlas. Si en la olla a presión no hay válvula de escape, la olla estalla. Lo mismo ocurre con las emociones. Aparecen, están ahí, quieren decirnos algo muy importante, vienen con el propósito de ayudarnos, aunque muchas veces equivocado. De nosotros, de mí y de ti, depende si las escuchamos y las hacemos nuestras aliadas o estamos a merced de esas fuerzas que nos dominan y en ocasiones destruyen nuestras vidas.
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- ACEPTA LA EMOCIÓN – no la rechaces, no la reprimas. Aceptar es reconocer que una emoción fuerte ha aparecido en ti, que por alguna razón existe. Aceptar es no sentirse culpable por ello. Al contrario, salúdala como si fuera una vecina que irrumpió en tu casa sin aviso previo. Dirígete a ella saludándola: “hola, veo que estás aquí, te acepto”, u otras palabras de bienvenida y reconocimiento. Lo importante es verla y no luchar contra ella como si fuera tu enemigo.
- AGUANTA LA REACCIÓN ESPONTANEA – se trata de aguantar la reaccionar inmediata, no controlada, como por ejemplo gritos, llanto, una reacción violenta. Se trata de ganar tiempo, de no hacer nada.
- RESPIRA – siempre respiramos, pero se trata de respirar de manera consciente, unas cuantas respiraciones profundas para serenarnos. Haz por lo menos cinco respiraciones profundas, conscientes, realizadas desde el abdomen. De esta manera preparas el espacio en tu mente para dar el paso siguiente.
- HABLA CON TU EMOCIÓN – es el paso más importante, pero si realmente quieres que funcione en tu vida, necesitas las tres anteriores para prepararte. En este momento, desdóblate de tu emoción. Hazla salir de ti. Cierra los ojos y visualiza una silla, sienta en ella la emoción, obsérvala, dialoga con ella, mírala y pregunta. Lo más importante de este paso es comprender que tú no eres tal emoción, tú eres tú y la emoción es otro “ser”, por así llamarlo. Por eso, hazla salir de ti, obsérvala, ve los detalles de su aspecto, color, olor, mira sus ojos. Pregúntale quién es, cómo se llama, qué la esta provocando, qué pretende, en qué quiere ayudarte, en qué puedes tú ayudarla a ella. Este diálogo te ayudará a comprender las razones por las que aparece, pero también las soluciones. La misma emoción te lo dirá porque normalmente viene a ayudar, pero necesita tu colaboración para calmarse.
- DECIDE LO QUE VAS A HACER – después de dialogar con la emoción, después de haberla comprendido, decide conscientemente qué puedes hacer. Lo más común es que las emociones quieran reacciones violentas, pero tú sabes que eso no es lo más apropiado para nuestra vida. ¿Qué vas a hacer? Dependiendo de la emoción que te invada y de la situación en que te encuentres las repuestas pueden ser incontables. ESO YA DEPENDE DE TI.
Créeme, este método funciona. Muchas veces he visto la mirada llena de sorpresa y los ojos llenos de incredulidad cuando les proponía a mis coachees “sentar” en la silla sus emociones. No se lo creían, pero lo hacían y funcionaba. Puedes hacerlo y conseguir que tus emociones te ayuden, incluso en los momentos más difíciles.
Y si necesitas que te ayude a dar esos cinco pasos, no dudes de contactar conmigo sin ningún compromiso.
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