27 Jun Eres director de la orquesta
Eres tú quien lleva en la mano la batuta.
Fui de visita. Ya desde la entrada se oía gran berrinche, llanto, protestas y la voz del papá que intentaba hacer entrar en razón al crío de cuatro años. Después de entrar, vi toda la casa cubierta de juguetes, los almohadones en el suelo, las sillas tiradas y un tipi hecho con la manta. Como la situación parecía seria, tuve que esperar un largo rato para que volviera el orden y la tranquilidad y se pudiera saludar a Marquito. Un niño en general alegre y muy sociable, pero que ahora mismo pasaba por un momento difícil. Poco a poco todo iba volviendo a la normalidad y, cuando el equilibrio parecía ya recuperado, pregunté al pequeño quien había tirado todos los juguetes y dejado todo como un campo de batalla. La respuesta fue totalmente desconcertante. Mirándome a los ojos y con toda la tranquilidad, el niño me explicó que era obra de Marcomaleducado. “¿Marcomaleducado?, “¿Es él quien ha hecho este desastre?” “Sí” me respondió totalmente serio. “Pero ¿dónde está?” “Ya se fue al trastero, él vive allí”. Al oír nuestro diálogo, el papá aclaró que, efectivamente, eso ocurre, que de vez en cuando Marcomaleducado baja del trastero, grita, rompe todo, llora, se enfada…, pero luego vuelve al lugar de donde venía y todo se normaliza.
Me quedé alucinada. El crío de cuatro años ha descubierto, y explicaba a su manera, el modo de funcionar de las subpersonalidades (el término usado por los psicólogos), pero que yo voy a llamar nuestra propia orquesta. Resulta que Marquito se dio cuenta de que, de vez en cuando, se porta como si fuera otra persona. Él suele ser alegre, cordial y razonable para su edad. Pero a veces ocurre que a este niño encantador le reemplaza Marcomaleducado, su total contradicción. Ese otro vive en el trastero y, cuando aparece, destruye todo y cuesta bastante mandarlo de nuevo al trastero. Cuando Marquito crezca, se dará cuenta de que en ese trastero vive más que un Marcomaleducado. Tal vez allí habrá un Vencedor, quizá un Aguafiestas, un Líder, un Showman, un Crítico o cualquier otro más. Y también advertirá que, cada uno, en algún momento determinado, toma el control y actúa según su naturaleza.
Si lees este post quiere decir que tienes mucho más de cuatro años. Y muchas más experiencias. Sin embargo: ¿acaso de vez en cuando no ocurre algo parecido también en tu vida? Un tal Marcomaleducado, Niña Triste, Jaime Vencedor o Paquita Cursi toman el control y actúan por sí solos. Te sorprendes de actuar de ese modo o reaccionar de una manera irracional. Tal vez te reprochas a ti mism@ por comportarte como un niño de cuatro añitos y mandas a ese niño al trastero. No te asombres. Esa es tu gran orquesta sinfónica. Compuesta de toda clase de instrumentos. Las subpersonalidades que se han forjado a lo largo de los años tienen la edad de aquel entonces. Si cuando tenías cuatro años apareció algún miedo, éste sigue teniendo aun cuatro años, ni crece ni madura. Si en tu juventud fuiste un ganador, sigues siéndolo. ÉSTA ES TU PROPIA ORQUESTA SINFÓNICA. Descubre qué instrumentos suenan en ella y cuándo. No los mandes “al trastero”. Hace falta que suenen todos los instrumentos porque todos tienen razón de ser y todos son necesarios, pero tú eres el director de esa orquesta. Tú decides qué obras vas a interpretar, qué clase de música se dejará oír. Eres tú quien decide en qué momento sonarán violines o el arpa y cuándo hay que usar percusión o unas potentes trompetas.
Nuestras subpersonalidades, esos diferentes instrumentos que tenemos a nuestra disposición, intentan acaparar toda tu atención y quieren tomar el control. Son muchos, pero reconoce por lo menos unos seis o siete de los más importantes en tu vida actual. ¿Cómo son? ¿Quiénes son? ¿Cuándo se han formado? ¿Cómo se llaman? Dales nombres que les definan y en los que puedas reconocerte. ¿En qué te benefician y en qué te limitan? ¿Qué papel quieres otorgarles en los diferentes aspectos de tu vida: familiar, personal, profesional? ¿Con qué instrumentos los vas a identificar?
Se sincero y honesto contigo mism@. No vale la pena disimular ni fingir que algún aspecto no existe. No puedes proceder como Marquito y “mandarles al trastero” porque, cuando bajen de ese trastero, van a desarmar tu vida. Te invito a que veas y aceptes todos tus “instrumentos”, también aquellos que no te gusten y que desafinen. Percíbelos, acepta que existen pero, al mismo tiempo, reconoce que el Director eres tú. Eres tú quien lleva en la mano la batuta, tú decides. No permitas a ningún instrumento tomar el control, al contrario, enséñales a colaborar.
Míralos como una gran orquesta. Oye la música que interpreta esa orquesta. ¿Te gusta? ¿Qué clase de música quieres ejecutar?
Antes de un concierto siempre hay un momento para afinar los instrumentos. Son unos minutos en que suena una cacofonía y parece que reina el caos. Luego entra el director y comienza el concierto. Cada instrumento interpreta su papel, cada uno tiene su tiempo y su lugar, cada uno resulta necesario y apreciable. Y nace la armonía. El público observa al director porque es él quien crea la música desde el caos de diferentes sonidos. Los músicos lo miran, los instrumentos suenan siguiendo su batuta.
TÚ ERES EL DIRECTOR DE LA ORQUESTA. DE TI DEPENDE ESCOGER LOS INSTRUMENTOS Y EL MOMENTO DE USARLOS. Tienes toda la riqueza de la orquesta. ¿Qué sinfonía, obra, concierto quieres crear? ¿Qué quieres que oigan los demás?
Oye esa música en tu corazón y luego dirige tu propia orquesta para que la oigan los demás. ¡Y no te olvides de invitarnos al concierto!
Teresa Martín
Posted at 09:31h, 29 junioUna vez más me sorprende la claridad y profundidad de tus post. Los sigo habitualmente porque son un refresco para el alma y una invitación a la reflexión para la vida.
No puedo estar mas de acuerdo con todo lo que nos transmites. Especialmente quiero resaltar la figura del DIRECTOR DE ORQUESTA que hoy nos ofreces. En estos tiempos tan ajetreados y complejos, nos resulta cada vez mas difícil encontrar nuestro verdadero yo, esa parte que contiene todo lo que verdaderamente somos y a la que hemos relegado poco a poco, sin darnos cuenta… Al final el director desaparece y con el la música de nuestra vida. Cada instrumento se empeña en tocar a su manera y competir con los demás por ser el que suena mas alto, mas fuerte. Aparece la disonancia y el malestar. Nuestras voces interiores dejan de trabajar en equipo y se hace casi imposible escuchar, Solo cuando nos hacemos conscientes de la sabiduría y la fuerza que nos aporta el Director, nuestro verdadero yo, y estamos dispuestos a seguirlo, encontraremos de nuevo la armonía que nos permita tocar nuestra música, única y diferente para cada situación, Cada «instrumento» reconoce el valor de los demás y aporta lo mejor de sí, y con ello la orquesta, nosotros, podemos volver a disfrutar de la VIDA, en mayúsculas y con todos sus matices. Gracias Ela por invitarnos a ensayar con nuestra orquesta y compartir nuestra música con los demás.
Elanie
Posted at 16:44h, 01 julioMil gracias por este comentario. Resaltas la figura del DIRECTOR DE ORQUESTA, que tal vez se ha perdido un poco en el texto, pero que, efectivamente, es el que da sentido a todo. El gran desconocido, nuestro propio YO SOY, el gran director.