El deseo de ganar

El deseo de ganar

“La cabra tira al monte” dice el conocido refrán y, aunque se suele emplear en un sentido peyorativo, yo siempre me veo como esa cabra cuando se me presenta alguna oportunidad de ir al monte, bosque, parque, seguir un riachuelo…, lo que sea, pero que tenga algo, un poquito de la naturaleza, de la conexión con el suelo, la tierra, con nuestro planeta Tierra. En fin, con las estrellas y con todo el Universo.

Puede ser, Querida Amiga y muy Estimado Amigo, que compartas mis aficiones y, en ese caso, me comprendas porque tú igualmente buscas algún “monte”. Puede ser que tus aficiones sean muy distintas y eso del monte te suene raro. Da igual, a mí el monte se me da genial y te deseo que tengas alguna escapatoria en tu vida que también se te dé genial.

Tampoco me pasa desapercibida una hoja que brota ni una flor que se abre. Veo y disfruto de todo y te cuento que ahora en Madrid, en los últimos días de enero, ya comienzan a florecer los almendros y otros árboles frutales. De momento se muestran un poco tímidos, pero en los sitios soleados y protegidos del viento ya están muy dispuestos a seguir su ciclo de vida. Mirando y admirando esas cosas tan tiernas como una flor de almendro en pleno invierno, de golpe me vino una imagen de hace meses que me impactó y que se grabó en mi mente. También de un parque, por supuesto. Era un día de otoño, los árboles llenos de hojas amarillentas, todo poco a poco apagándose y permitiéndose descansar un poco. Me acerqué a un grupo de árboles que llamaron mi atención y comencé a examinarlos muy de cerca. Me impactó ver entre las hojas amarillas un sinfín de brotes. ¡Pero, si todavía no han perdido las hojas de este verano! Y ya estaban totalmente preparados para la nueva temporada. Sin preocuparse de sí podrían brotar algún día, de si seguirían con vida. Simplemente se estaban preparando y, además, haciéndolo con mucho, muchísimo derroche de materiales. Recuerda cuantas flores se abren para poder dar alguna fruta, cuantas semillas se producen para poder prolongar la existencia de la especie.

Me impacta y me encanta ese derroche y esa disposición que se ve en la naturaleza. Nadie sabe si los árboles podrán florecer, si podrán dar frutos, pero ahí están, preparados y esperando su momento.

Y aquí me viene una reflexión de Juma Ikangaa, un deportista tanzano que decía que “el deseo de ganar no significa nada sin el deseo de preparar”. Hablando de la naturaleza no hay duda de que está preparada siempre y para todo. Claro, el deportista tanzano no hablaba de las plantas ni de los árboles sino que se refería a los humanos, a los deportistas en particular, pero yo creo que su sentencia nos vale a todos. Y es que en las últimas semanas he tenido la suerte de hablar con personas que me contaban lo duro, lo triste y lo imposible que es la vida en general y la suya en particular. También he escuchado mucho sobre sus proyectos, sobre cómo les gustaría cambiar esa vida o quitarse los problemas que les abruman. Hasta aquí, todo correcto. A lo largo de nuestra trayectoria, de vez en cuando vivimos momentos y hasta años enteros más duros o más difíciles, y esas dificultades asumidas e incorporadas nos pueden ayudar a madurar y a abrir más nuestro ser y nuestras capacidades, dones y talentos. Sin embargo, esos encuentros que estoy mencionando, Querida Lectora y Estimado Lector, me dejaron algo triste. Resulta que la primera parte de nuestras conversaciones estaba muy bien, se les daba muy bien hablar de sus problemas, contar las dificultades que pasaban y hasta hacer proyectos de cara al futuro. Estaban encantados con la idea de hacer un proceso de coaching porque les parecía que ese camino podría ayudarles bastante y, sin embargo, ahí se quedaba… En tener ganas, en decir mil palabras y en encontrar mil excusas para no dar el paso siguiente. Amigo y Amiga ¿conoces gente así? O tal vez también te ocurre algo parecido, que en determinados momentos no sales de contar o pensar en tus problemas o en las ganas que tienes de algo, de hacer planes y contar otra vez y … nada más. Ese problema o esas ganas de hacer algo, de introducir algún cambio solo se queda en eso: en tener ganas.

Vuelvo a la sentencia de Juma Ikangaa: “el deseo de ganar no significa nada sin el deseo de preparar”. Puedes tener ganas de ganar, puedes tener muchas ganas de cambiar pero, si te faltan las ganas para preparar, ¿cómo pueden ocurrir los cambios que deseas?

La preparación adecuada no sólo es imprescindible en el mundo del deporte, la necesitas en cualquier actividad y en cualquier situación. DEPENDIENDO DEL NIVEL DE TU DISPOSICIÓN PARA PREPARAR SE DARÁN LOS CAMBIOS ESPERADOS. Miles de veces he escuchado a personas que me decían qué clase de cambios esperaban de los demás para mejorar su propia situación. Siento decirlo, pero esto no funciona. Si quieres cosechar algún fruto necesitas prepararte tú mism@.

¿CUÁNTAS GANAS TIENES DE PREPARARTE BIEN? ¿CÓMO TE PREPARAS PARA LOGRAR LO QUE PRETENDES? ¿QUÉ HACES EN CONCRETO PARA ESTAR PREPARADO?

Puede ser que lo de “estar preparado” no suene demasiado fascinante. En el siguiente post te contaré algún truco para que tu preparación para las futuras ganancias (sean las que sean), sea más efectiva y mucho más interesante.

Mientras tanto, te invito a salir de paseo y observar cómo la naturaleza se prepara para sus futuras ganancias. Acércate a los árboles, mira la cantidad de brotes. Ellos ya están preparados, en cuanto se abra una oportunidad, ya estarán en flor.

 

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