19 Sep Tus salvavidas personalizados (1)
Desde hace algún tiempo vuelven como un refrán los artículos o ponencias en las aulas sobre temas relacionados con la soledad. Apuesto a que tú también, Querida Amiga y muy Apreciado Amigo, te has topado con este problema. Puede ser que te sientas solo o sola, puede ser que hables con alguna persona que suela quejarse de su soledad, de no tener a nadie a su alrededor o del miedo a quedarse solo algún día.
Lo curioso es que solas y abandonadas se sienten personas de cualquier situación o edad. Las investigaciones demuestran que los niños ya se sienten solos en ocasiones, y muchos de ellos proceden de familias donde no les falta ni amor ni cuidados por parte de sus padres. De tremenda soledad se quejan jóvenes, adolescentes y los que ya han comenzado su vida laboral, personas que buscan pareja y no la encuentran, pero también gente que disfruta de relaciones estables, noviazgos o matrimonios. Solas se sienten las mujeres cuyos maridos se dedican al trabajo excesivo pero también, curiosamente, los hombres que precisamente para no sentir esa soledad se entregan al trabajo frenético. De abandono se quejan y temen la soledad las madres cuyos hijos ya salieron del hogar, y las personas mayores que además subrayan que ahora a los jóvenes ya no les importa la gente vieja. Cuando leo algunos estudios sociológicos o psicológicos relacionados con el tema se puede percibir que sufrimos una verdadera pandemia de soledad que diezma la sociedad actual sin reparar ni en edades, ni sexos, ni estatus económico, ni estado social. ¿Te das cuenta de eso Querid@ Lector@?
La cosa parece mas seria aun si tenemos en cuenta el exceso de medios para comunicarnos de que disponemos. Un teléfono presente en cada bolso o bolsillo, una facilidad para comunicarnos con los seres queridos que no existió nunca antes, redes sociales y “grupos de amigos” de todas clases y accesibles a todas horas. Y la gente se muere de soledad, de ansiedad y de depresión. ¿Qué salió mal?
Y tú, Amig@, ¿cómo va la cosa? ¿Qué tal estas? ¿Cómo vives la soledad? ¿Cómo la aprovechas?
Nuestros encuentros en este blog son encuentros no solo con el coaching transpersonal sino sobre todo con uno mismo. Por tanto, siempre te invito a que mires de cerca tu situación personal, a que te hagas consciente de tu realidad y a que la transformes de manera satisfactoria para ti. Vivir la vida de manera consciente te abre los ojos a mil mundos que están a tu alrededor y a los que tienes dentro. Solo siendo consciente de tu realidad puedes darle el rumbo de cambio que te interesa. Si no eres consciente, el cambio ocurre de cualquier forma, pero suelen ocurrir cambios peores. Y eso no lo queremos, ¿verdad?
¿De qué me doy cuenta? Hace poco hablaba con mi hermana y las dos llegamos a la conclusión de que vivimos en un mundo que nos abruma por la sobredosis de todo. Sufrimos sobredosis de información, de eventos y acontecimientos de toda clase, de miedo que nos meten por todos los medios, de cosas materiales y de deseos de tener más cosas aun; sobredosis de “amigos de Facebook” y una crónica falta de tiempo para atender a todo eso. Ya sé que no descubro nada nuevo. Todos lo sabemos. Todos lo sabemos y ¿Qué? ¿Qué hacemos con este saber? ¿Qué conclusiones sacamos?
Repito con la terquedad de un maniático: hazte consciente de todo lo que sobra en tu vida, de la sobredosis de cualquier índole que sufres y libérate de ello. No me digas que no puedes liberarte de nada y que todo es obligatorio, porque no lo es.
Tómate un tiempo solo para ti, libérate del poder de las pantallas que parpadean y te obligan a seguirlas. Siéntate tranquilo, comienza a respirar. No hagas nada, solo respira, observa tu exhalar e inhalar, suelta los pensamientos, ralentiza tu respiración, permítete cinco minutos de paz. Luego pregúntate serenamente ¿para qué lo quiero? ¿PARA QUÉ LO QUIERO? – lo que sea: las horas extra de trabajo, comprar más cosas, esta o aquella relación, estar actualizado a toda costa – ¿PARA QUÉ LO QUIERO? ¿QUÉ ME APORTA? ¿QUÉ ES LO QUE NECESITO DE VERDAD?
¿Qué puedo soltar, dejar, reducir? ¿Cómo lo haré?
Imagínate que te has liberado de la prepotencia de los medios de comunicación, de la necesidad de estar actualizado a toda costa y a todas horas. Imagina que eres libre de esas ataduras. ¿Cómo te sentirías? ¿A qué o a quién dedicarías tu tiempo? ¿Qué querrías hacer de verdad? ¿Quién serías entonces?
Comencé este post hablando sobre la soledad que abruma nuestro mundo. ¿Cómo se relaciona el tema con las preguntas de arriba? Casi prefiero que busques esta relación tú mismo, Querid@ Lector@. Permítete dar tus propias respuestas antes de seguir leyendo el texto.
La sobredosis del mundo exterior, como yo la llamo, no nos permite crecer en profundidad, no me lo permite ni a mí, ni a ti, Querid@ Amig@. Parecemos como los árboles en Madrid: muchos de ellos crecen demasiado deprisa porque tienen un riego constante, no necesitan echar raíces en profundidad porque nunca les falta esa agua superficial. Sin embargo, no son capaces de resistir el viento, o un poco de nieve hace estragos entre ellos.
Nosotros también necesitamos tener raíces profundas, necesitamos crecer y cultivarnos hacia lo mas profundo de nuestro ser.
¿Cómo nos ayudaría echar esas raíces profundas en los momentos de soledad?
Nunca te doy respuestas fáciles, te espera un trabajo personal. Porque puedes ir a la farmacia y comprarte un kilo de antidepresivos pero, si quieres encontrar una solución y no una evasión, necesitas buscar las soluciones en ti mismo. Yo, con cariño, te propongo algunas pautas a seguir, búscalas en la segunda parte de ese post. Un abrazo y siéntete muy acompañado por mí.
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