15 Jun El partido que has ganado
Aunque el tenis no te interese demasiado, Querida Lectora y tú, Amable Lector, mientras dure Roland Garros y siga la marcha victoriosa de Rafa Nadal en ese torneo, todos los medios seguramente te informarán sobre lo que está sucediendo allí. Por supuesto, no evaluaré los partidos ni el talento de los deportistas que juegan. No sé mucho de tenis y este blog tiene otros objetivos, sin embargo me fascinó lo que dijo uno de los entrenadores y junto contigo quiero ver de cerca esta opinión.
Pues bien, en una entrevista, el periodista le preguntó al técnico sobre el partido perdido y cómo la derrota había afectado a la moral de su jugadora, y también sobre cómo afrontar las derrotas. El entrenador no pareció demasiado preocupado por el fracaso. Resumió de manera bastante sucinta que, por supuesto, el fracaso, especialmente si tienes alguna expectativa, siempre es un fracaso, pero después de revisar el partido, ver los errores y comprender en qué hay que trabajar en el futuro, no hay necesidad ni tiempo para seguir lamentando la leche derramada. Este tipo de lamentos y cavilaciones, sobre todo si son valoraciones de carácter puramente emocional, solo quitan la energía y la concentración necesarias para preparar los próximos torneos, para los próximos partidos. La carrera de un deportista no acaba en un solo partido o torneo; en lugar de pensar en lo que ya ha terminado, hay que fijarse en el calendario de partidos que vienen y estar preparado para los próximos retos. Además, y esta es una frase sobre la que, Querido Lector, quiero llamar tu atención, agregó: Hay que entender que este deporte es el deporte de los perdedores. Pensé que no solo se aplicaba al tenis. Hay muchos deportes, o más bien todos, donde se aplica la misma ley: este deporte es el deporte de los perdedores. En todas las competiciones, no solo campeonatos u olimpiadas sino partiendo del nivel del patio donde juegan niños y, sobre todo, en las competiciones individuales, podemos hablar del deporte de los perdedores a todos los niveles. De miles, incluso millones de niños, adolescentes y adultos solo un puñado de ellos llega arriba. El deporte de los perdedores. Piensa, Amigo mío: miles, tal vez decenas de miles de pruebas, entrenamientos y esfuerzos. Y para la mayoría de ellos, las competiciones, torneos y juegos terminan en derrota.
A menudo se dice que hay que saber perder. ¿Alguna vez te has preguntado qué significa realmente? La capacidad de perder; pero, ¿qué significa eso exactamente para ti? ¿Saber perder significa saber qué? ¿Sonreír después del fracaso? ¿No mostrar decepción? ¿Felicitar al ganador? Quizás sea así, pero creo que saber perder es mucho más que eso.
Detente por un momento en esta pregunta. ¿De qué manera pierdes tú? En tus fracasos ¿a qué prestas atención? ¿Qué piensas de ellos? ¿Qué piensas de ti mismo en su contexto? Por supuesto, no estoy pensando en derrotas únicamente en el terreno del deporte. Cada uno de nosotros tiene sus propios logros, mayores y menores, o cosas que creemos que lo son, y del mismo modo, cada uno de nosotros tiene algo que creemos que es nuestro fracaso. ¿Qué es en tu caso? ¿Qué cosas, asuntos, personas, eventos consideras tus fracasos?
Ese entrenador señaló algo muy importante: no centrarse en el fracaso. Si estamos hablando de tenis, después de perder un partido, en lugar de lamentarse sobre lo que sucedió, hay que analizar cuidadosamente el juego, ver qué decisiones fueron incorrectas, dónde fallaron las habilidades o la técnica, en qué momentos faltó fuerza mental y en cuáles el oponente era mejor.
Estimad@ Amig@, esto se aplica a cualquier deporte y, por supuesto, también a la disciplina más difícil que se llama “nuestra vida”. No me refiero al hecho de que tengas que ganar a alguien, aventajar a alguien, demostrar tu superioridad y mejores competencias que otra persona. No Amig@, en la disciplina llamada vida, tus mayores victorias y fracasos están en tu lucha contigo mismo. Al final del día solo eso importa. Y en eso nos centraremos.
Cuán a menudo escucho quejas de gente diciendo que nuevamente ha fallado en algo, que algo o alguien se ha interpuesto nuevamente en su camino, o que planes y sueños estupendos se derrumbaron por culpa de otra persona. Es normal y obvio que tengamos derecho a sentirnos decepcionados o frustrados cuando algo nos «sale mal». Lo que importa es ¿cuánto tiempo llevas esta decepción, enfado, frustración o cualquier otro sentimiento dentro de ti? ¿Qué piensas entonces de ti mismo? Cuántas veces, años después de un hecho determinado, la persona que me lo cuenta sigue alimentando las mismas emociones y los mismos juicios: no sirvo para nada. Lo que da fuerza y significado al fracaso no suele ser un hecho en sí mismo, sino las emociones con las que lo alimentamos. Nos privan de la capacidad de evaluar de manera confiable y objetiva lo sucedido. No permiten empezar de nuevo, intentarlo otra vez, o cien veces más, mientras sea necesario.
Por tanto, después de cada «partido perdido», en primer lugar distingue y nombra tus emociones.
No tengas miedo de ver tu enfado, frustración, dolor o sentimientos de injusticia. Ponle un nombre a tus emociones, míralas, habla con ellas y déjalas ir. Son las emociones y los juicios sin nombre los que te impiden ver los errores que has cometido o las razones objetivas de tu fracaso, falta de éxito u oportunidades perdidas. Si no desenredas ese nudo, si no aceptas el hecho de que puedes cometer errores, si no ves en qué exactamente consisten esos errores, incluso años después estarás atrapado en el mismo lugar. Y es un lugar compuesto de emociones «congeladas», no trabajadas, de miedo a descubrir realmente lo que pasó, de miedo a otro fracaso; quizás también un lugar de buscar a los culpables por tus fracasos. Y, como consecuencia, es lugar de un gran estancamiento interior.
Recuerda a los atletas jóvenes y prometedores. Algunos eran capaces de ver sus fracasos, aprender de ellos y seguir adelante. Estos se convirtieron en verdaderos campeones. Otros, después de sus primeros éxitos, cuando una mala racha los golpeó, desaparecieron.
Y TÚ, ESTIMADO AMIGO Y QUERIDA AMIGA ¿DE QUÉ GRUPO QUIERES FORMAR PARTE?
TIENES TODAVÍA POR DELANTE MUCHOS PARTIDOS Y MUCHOS TORNEOS, RECUERDA LO QUE APRENDISTE DE LOS ANTERIORES Y… AL COMBATE. TU CORONA DE LAUREL ESTÁ ESPERANDO.
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