30 May Deja de frotar lámparas
y date cuenta de que el genio eres tú.
Hace algunos años conocí a una mujer. En realidad, tan solo nos dábamos los buenos días cuando nos cruzábamos en el patio de la casa y poco más. Pero un día ella se acercó a mí llorando y pidiendo ayuda si era posible, porque había sido despedida del trabajo y, literalmente, echada a la calle. Como trabajaba como empleada de hogar interna, al ser despedida del trabajo, en un momento se encontró en la calle sin más, junto a su maleta. Sin familia, extranjera, desprotegida y, además, sin ningún aviso previo de lo que iba a ocurrir. Estaba deshecha, contándome su desgracia, totalmente hundida por la situación y preguntando desesperada: Ela, pero ¿qué hago ahora?, ¿qué tengo que hacer? La verdad es que en ese momento no se me ocurrían muchas soluciones o, mejor dicho, ninguna. Más por instinto que por otra cosa, y para sacarla un poco del bucle mental, le pregunté: Pero ¿tú qué quieres hacer? La respuesta llegó de inmediato: Quiero volver a mi país. He perdido 10 kilos de peso, estoy deshecha, cansada, enferma, quiero recuperarme. ¿Dónde vas a dormir hoy? Voy a un hotel, luego compro el billete y me voy a mi país. Y se fue.
Es interesante que, cuando estamos mal, lo primero que necesitamos es volver a nuestras raíces. Necesitamos ir donde está nuestra mamá, la familia, a nuestra patria, a nuestras raíces. Allí nos recuperamos, recobramos fuerzas y ganas para la lucha diaria. Cuando acecha el peligro, cuando nos atormenta algún mal, lo primero que nos viene a la mente es “me voy a casa”.
Ahora me doy cuenta de que ni siquiera me acuerdo del nombre de aquella conocida. No me acuerdo del nombre pero me acuerdo muy bien de su persona porque, después de algunos meses, recibí una llamada telefónica inesperada. Era ella. Había vuelto a España y estaba buscando trabajo. Me preguntó si yo sabía sobre algún trabajo. No tenía ninguna dirección concreta, ni ninguna oferta, pero comenzamos a hablar. Parecía otra mujer; había descansado, recuperado las fuerzas y la ilusión por la vida. Lo único que le faltaba ahora era trabajo, para eso había vuelto. Charlamos, le di alguna información sobre cómo buscar trabajo, pero sobre todo hablamos de su persona. Quién era ella, qué quería, qué podía ofrecer. No fue una sesión de Coaching, tan sólo una sencilla conversación, pero es posible que esa chica por primera vez en su vida se sintiera comprendida y, por primera vez en su vida, se diera cuenta del gran valor de su propia persona. Se dio cuenta de que ella valía y de que podía. Me llamó varias veces contándome experiencias sobre su búsqueda, las entrevistas, buscando un respaldo. Y yo seguí dándole apoyo y ánimo. No tardó mucho en llamarme de nuevo con un tono de triunfo. Había conseguido trabajo. Estaba feliz; lo había logrado sola, en un país extranjero, sin ninguna recomendación, sin amigos ni familiares. Últimamente se ha puesto de moda la palabra “empoderar”. Y, aunque se utilice con diferentes significados, puedo decir con toda la convicción que aquello fue un verdadero empoderamiento.
Luego nos vimos alguna que otra vez para tomar un cafetito y ella seguía agradeciéndome porque le infundí fe y confianza en ella misma. Pero yo no tuve ningún merito. Lo único que hice fue ayudarla a verse con ojos diferentes y darse cuenta de su propio valor. Lo demás lo hizo sola. Estaba feliz, encontró a personas que valoraban su trabajo, que la respetaban; ella misma no podía creer que hacía pocos meses había vivido tal pesadilla. Hasta tal punto que pude bromear y decirle que sus anteriores empleadores en realidad le habían hecho un gran favor al echarla a la calle, porque de otra manera ella no habría sido capaz de dejar ese trabajo aunque le hacía daño. Y me dio la razón.
Querid@ Amig@, seguro que conoces los famosos Cuentos de las mil y una noches. Y, entre otros, el de Aladino y su lámpara maravillosa. De niña, recuerdo haber deseado poseer esa lámpara y poder darme el lujo de cumplir deseos, necesidades y caprichos. También de hacer un sinfín de obras buenas, por supuesto. Creo que muchos de nosotros sentimos este deseo, más o menos consciente, hasta una edad bastante avanzada. Siempre creyendo que existe la lámpara y queriendo que nos conceda cosas; que existe algún genio dispuesto a complacernos en todo. Y en muchos de nosotros, alguna parcela de nuestro ser sigue esperando a que aparezca por fin esa lámpara con su genio, que aparezca algún truco o alguien y me lo consiga, que me lo resuelva, que tome decisiones, busque trabajo, casa o pareja, que me diga lo que tengo que hacer; en fin, que me solucione la vida. Y pasa la vida, y ocurren cosas, y nosotros, en ocasiones, seguimos frotando lámparas y esperando ver aparecer al genio que nos haga caso.
AMIG@, ¿tú también estás buscando esa lámpara o frotando las que tienes para que aparezca el genio? TENGO UNA GRAN NOTICIA PARA TI: ESE GENIO ERES TÚ.
¿Cómo has reaccionado ante esta gran noticia? ¿Qué sentimientos se han despertado en tu interior?
Ahora te invito a dedicar unos minutos a ese genio desconocido. Apártate del ruido cotidiano de tus dispositivos y de tu mente. Relaja y silencia tu interior. Acuérdate de los momentos más duros, dolorosos o difíciles de tu vida. Cuando seguías a pesar de todo, cuando conseguías lo imposible, cuando te mantenías firme en tus decisiones, convicciones y compromisos. Cuando otros te decían que no ibas a poder, pero tú conseguías tus metas.
¿Te acuerdas? ¿Cómo le das las gracias a ese genio? ¿Cómo disfrutas de tus éxitos? ¿Cómo los celebras? ¿Qué confianza te inspira saber que podías, que fuiste capaz?
AGRADÉCETE A TI MISMO Y DISFRUTA PORQUE LOGRASTE Y GANASTE MUCHAS BATALLAS DESCONOCIDAS PARA OTROS. ALÉGRATE PORQUE, SI FUISTE CAPAZ DE SEGUIR ADELANTE, QUIERE DECIR QUE NO NECESITAS BUSCAR NINGUNA LÁMPARA. PORQUE EL GENIO ERES TÚ.
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