¿Lo que no te mata te hace más fuerte?!

coach personal Elanie

¿Lo que no te mata te hace más fuerte?!

El título de la película, que estuvo por primera vez en los cines hace años y ahora ha vuelto de nuevo, es cada vez más conocido y repetido en numerosas ocasiones. Lo podemos oír como un eslogan o como un “pensamiento profundo”. Algunos lo repiten con ironía o con acritud, otros tristemente, porque hay situaciones en que todo nos falla y lo único que se puede hacer es constatar que “lo que no te mata…”

El dicho se ha hecho popular; a veces lo creemos y lo repetimos con convicción, pero ¿es cierto? Porque basta que uno se ponga a pensar y no queda nada de certeza. La inmensa mayoría de las situaciones difíciles, asuntos, problemas o sufrimientos a los que tenemos hacer frente cada día, desde luego no nos mata, pero no necesariamente nos hace más fuertes. Puede debilitar, destruir física o afectivamente, puede dejar heridas muy profundas en la mente que duelen a lo largo de los años y no quieren cicatrizar. Puede minar la confianza en uno mismo o en los demás, provocar que nos encerremos en nosotros mismos, causar miedos difíciles de vencer. Y hablo sólo sobre situaciones cotidianas, las que cada día forman parte de nuestra vida. Tanto más si el ser humano está afectado por un daño, a veces grave, por alguna pérdida profunda o una tragedia. En semejantes momentos, el dicho parece simplemente cruel y la persona que intentara “consolar” de esa manera sería considerada insensible.

Entonces, ¿tiene algún sentido este dicho? Y si lo tiene, ¿cuándo puede ser verídico? ¿Qué hay que hacer, qué requisitos se deben cumplir para que dificultades y sufrimientos, de hecho, puedan “hacernos más fuertes” y no “matarnos”?

Sin lugar a dudas la primera condición es tomar consciencia sobre lo que nos “mata”.  Aunque lo parezca, no es tan evidente. Es más, en muchas ocasiones este primer paso es el más difícil. Ocurre que no queremos reconocer ante nosotros mismos que algo nos está destruyendo. Miedo, vergüenza, orgullo… no nos permiten ver que algo nos “mata”. TOMA CONSCIENCIA, RECONÓCELO Y DILO ABIERTAMENTE: “ESTO ME DESTRUYE”.

No importa qué es lo que te destruye, porque en ocasiones nos pueden hacer daño cosas, personas o dificultades que para los demás parecen triviales. Míralo, reconoce en qué dimensión de tu ser o de tu vida algo te destruye o debilita. Exprésalo en voz alta, escríbelo tal vez; esa actitud te ayudará a TOMAR DISTANCIA. Al estar dentro de un “sistema” cualquiera, podemos identificarnos con la situación vivida, con el comportamiento propio o de otras personas. Si te identificas con lo que te “está matando” de cualquier manera, ese algo seguirá destruyéndote porque lo llevas dentro. Probablemente no te matará, pero te va a debilitar, minará tu autoestima, te desanimará y te llenará de miedos. Por lo tanto, toma distancia, expúlsalo fuera de ti, de tu interior. Observa, date cuenta de que tú no eres ese problema, ese sufrimiento, ese fracaso, etc., sino que pasas por una u otra situación concreta. Mira ese “algo” sin miedo, sin juicios, sin condenarte ni condenar a nadie. SIMPLEMENTE OBSÉRVALO.

Es la perenne costumbre de juzgar y de condenar la que no nos permite estimar correctamente la situación. Como desde la infancia hemos sido juzgados y criticados, a veces sin piedad, instintivamente tenemos miedo a exponernos al juicio. Sin embargo, seguimos por el mismo camino. Nos acusamos a nosotros mismos, nos condenamos y al mismo tiempo huimos ante tanto juicio; el resultado es la huida de nuestra propia realidad, la huida de nosotros mismos. El secreto está en observarse sin juzgar.

MÍRATE SIN JUICIOS, SIMPLEMENTE VE.

 Si hay que reconocer el error hazlo, pero no acuses ni emitas sentencias. Obsérvate a ti mismo, observa la situación y las actitudes, tanto las tuyas como de otras personas. Observa tu propio rol en tal situación o situaciones. A veces los acontecimientos o situaciones que nos hacen decir “lo que no te mata…” ocurren totalmente ajenos a nuestra voluntad o participación, y no tiene ningún sentido acusarse y culparse de que “si hubiera sabido, si no fuera, si hubiera, si pudiera, si no hubiera ocurrido, etc., eso no habría pasado”. Si no hubiera enfermedad, incendios, malentendidos, malas palabras… Pero no sabías, no podías, no estabas, no tenías esa experiencia. Y ha ocurrido. Acéptalo.

 

En ocasiones nosotros mismos nos metemos en las situaciones que nos destruyen. Eso también hay que saber verlo. Hay que tomar consciencia y reconocer el error. Comprender en que consistía. No quiere decir justificar, enjuiciar o condenar.

ACEPTA QUE HA OCURRIDO DE ESA MANERA.

Reflexiona sobre qué puedes hacer de otra manera. ¿Qué puedes cambiar?, ¿Qué te hace pensar que en una situación similar actuarás de un modo diferente?

A partir de ese punto toma la iniciativa. Pero sobre los demás pasos hablaremos en el siguiente post.

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