Vamos a celebrar…

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Vamos a celebrar…

En estos días todo el mundo habla de eso: de que vamos a celebrar, vamos a salir, iremos a la playa este año pero, el año que viene, a lo mejor a Australia… o donde sea.  De que hay que celebrar y “cómprate Navidad” como dice un anuncio, porque hay que comprar en Navidad: comprar un vino para festejar o,  mejor aún, una bodega, y un abrigo nuevo, y por qué no aprovechar que hay rebajas buenísimas para comprar un coche nuevo… Y vamos a comer con la familia, así que hay que comprar un vagón de comida y hay que buscar regalos para todos (y encima no se sabe qué regalar a los críos ya que tienen de todo aunque, por otro lado, algo hay que llevarles).  Y todavía hay que reservar en el restaurante, y ya casi es tarde porque luego no hay una mesa libre en ningún sitio… Una lista interminable de compras, más compras, compromisos, obligaciones,  reuniones, citas, gestiones por hacer… ¡Tengo prisa!, ¡ya no llego!, ¡no hay tiempo!…

Y, al mismo tiempo, los que trabajan en hoteles, restaurantes, tiendas de ropa, de regalos, sitios de ocio, acumulando horas y horas de trabajo sin parar, sin descanso, con miedo o con alegría, contando pérdidas o ganancias, abrigando expectativas o desilusiones…

Y todo eso porque vamos a celebrar.

Porque llegan las fiestas. Porque llega la Navidad. Y muchos dicen que odian estas fiestas, que odian la Navidad, que no quieren ni ver a la familia ni ir de compras, que todo eso no tiene sentido o, simplemente, que les aburre o cansa.

¿De verdad? ¿Lo vamos a celebrar? ¿Lo vas a celebrar? ¿Qué es exactamente lo que quieres celebrar? ¿Y cómo quieres hacerlo?

¿QUÉ QUIERES CELEBRAR?  ¿PARA QUÉ CELEBRAS?

¿Qué significado le das a lo que estás celebrando?

Antes de dar cualquier respuesta a estas preguntas te invito a que busques unos cinco minutos libres y tranquilos y, si no los encuentras, tal vez baste con solo tres minutos de calma. Apártate del ruido y haz unas cuantas respiraciones muy lentas y profundas. Si puedes sentarte, mejor. Inspira por la nariz, exhala por la boca; no te apures, no pasa nada. Cierra los ojos, penetra en tu propio interior y pregúntate serenamente: ¿Qué sentido le doy a todo esto? ¿Qué quiero celebrar? ¿Cómo quiero hacerlo? ¿Cómo quiero sentirme? ¿Qué quiero transmitir a  mis seres queridos, familiares y amigos, a las personas de mi entorno? ¿Qué recuerdos de esta Navidad (o de otra fiesta o celebración) quiero guardar en mi interior? ¿Cómo quiero que la recuerden otros?

Las respuestas llegarán y podrás ser tú mism@ quien dirija y guíe tu propia forma de celebrar. Tal vez habrá que hacer las mismas compras y preparar los mismos platos. Quizá no cambiará nada en tus planes o viajes y comprarás los mismos regalos. Pero puede que cambies algo en tus prioridades y, sobre todo, verás tus preparativos y tu celebración con ojos nuevos. Darás más importancia y prioridad a otros puntos de vista, a otros detalles. Te darás  cuenta de lo que quieres de verdad y por lo que quieres apostar. Comprenderás mejor lo que quieren tus seres queridos. Acepta con serenidad los quehaceres y preparativos, sin sentirte agobiad@ ni molest@ porque no todo salga tal y como te gustaría.

Date cuenta de que lo que quieres de verdad, está  muy cerca de ti. Toma conciencia de que ya lo tienes y basta acogerlo para sentir ese gozo y esa alegría de vivir que deseas, para poder celebrar con ánimo e ilusión. Permite que de la profundidad de tu ser fluya un verdadero espíritu de fiesta y de celebración. CELEBRAMOS LA VIDA, CELEBRAMOS EL AMOR, LA PAZ Y LA UNIDAD. CELEBRAMOS EL GRAN ENCUENTRO. ¡CELÉBRALO A LO GRANDE!

Salimos de la rutina diaria de nuestra vida y entramos en otras dimensiones. Se renueva nuestro interior y recobramos fuerzas y energías. Búscalo conscientemente, no te quedes  en la superficie.

Y, por último, estos son días en que celebramos la Navidad. La gran fiesta que nos recuerda la Natividad de Jesús en Belén. Los que creemos que en la persona de este Niño vino a nosotros Dios mismo, tenemos motivos de sobra para celebrarlo con espíritu de alegría, de acogida y gratitud. Pero no te quedes en la superficie, busca tus propios motivos para hacerlo de verdad.

Aprovecho este espacio para desearte una muy feliz Navidad, llena de gozo, de profunda paz y de comunión con ese Dios hecho Niño en el portal de Belén.

Te deseo una Navidad con las ilusiones y esperanzas renovadas, con el corazón lleno de gratitud y amor. Te deseo una Navidad compartiendo esos sentimientos con tus seres queridos, familiares y amigos, llevando esta buena nueva a los que no la conocen.

Sobre todo, te deseo una Navidad llena de la presencia y la bendición que, desde Belén, nos viene a todos.

Muy Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo.

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